jueves, 13 de diciembre de 2012

Un poco de navegación.


En esta ciudad, llena de inertes cáscaras que vagan sin rumbo,
floto sin destino ni dirección,
en un mar de caos y dramatismo.

Me dejo llevar por la marea de palabras y sonrisas perdidas, en una memoria imborrable.

Los golpes llegan por todos lados y van a parar a mis frágiles costillas.

Disfruto del dolor de estar viva, y busco en las experiencias vertiginosas sentirme así.

Todo es ridículo y extravagante, la esperanza se evapora junto al vaho fugitivo de mis labios.

Entonces mis pupilas, revoloteando enloquecidas, se posan en sus ardientes ojos oscuros.

Un instante efímero y solicitado, cargado de electrizantes pensamientos y veloces miradas,
que unen y salpican con sus aniñadas carcajadas.

Su sonrisa ilumina y colorea lo que creí eternamente hueco.
Su voz, vibrante y salvaje, ensordece los agónicos delirios en mi cabeza.

Su olor cubrirá con dulzura mis pasiones reprimidas.

Es sencillo, por primera vez lo es y no busca enredarse en complicadas sentencias ni absurdas declaraciones.

Fluye y navega sin destino ni pausa,
acolchado por un cielo despejado; no irrumpirá la tormenta por ahora.

Tan solo paseemos, y no nos perdamos, que a la par que yo avivo los latidos de tu inerte corazón,
tú me devuelves la esperanza que perdí una sucia tarde del noventa y nueve.

Qué más dará lo que piensen los fantasmas, cansados y agrietados.

Lo esencial son nuestros sordos corazones, que no alcanzan a escuchar los cuchicheos de los labios acusatorios.

Fuimos y seremos,
pero lo importante es que somos.

Y si somos libres, será que la libertad es felicidad,


 y la felicidad solo es real cuando es compartida.


jueves, 22 de noviembre de 2012

उल्लू

En el frondoso bosque de mi descanso, 
que reina en mi mente con su silenciosa locura,
apareció una elegante ave, 
acarreando con sigilo sus profundos ojos 
oscuros y su erguido pecho orgulloso.

Desde las ramas observaba,
con distancia y precaución, el caos que inundaba esta tragicomedia salvaje.

Su mirada, gastada y deshecha, aún guardaba el calor de unos días más soleados.

 Su plexo se hinchaba con cada respiración, suspirada y paciente.

Allí estaba, clavando con fuerza y presión sus afiladas pupilas en mí.


Y supe que no se iría.


domingo, 29 de julio de 2012

Un minuto de inseguridad.



De un minuto de inseguridad, saqué un día de optimismo que guardaba en el fondo de mi mente llena de bosques melancólicos.

Un click en mi estrepitoso cerebro. Un click disimulado, pero tan fuerte que hizo eco.

Me dí cuenta de que la inspiración no se busca. La inspiración para cambiar a mejor aparece cuando más la necesitas.

 Pero cuando más lo necesitas es cuando menos te lo esperas.

Hoy quiero abrir un poco mi alma. No sé si es muy pronto, o demasiado tarde.

Pero como he dicho, la inspiración para cambiar viene cuando menos la esperamos.

Reconozco que tengo miedo a las palabras de compromiso y a los sentimientos tan fuertes como huracanes.

Admito que el tic tac del reloj nunca me resulta suficiente, ni cae en el olvido. Necesito más tiempo para hacerlo todo dos veces mínimo.

Os confieso que a veces la autoexigencia no me permite disfrutar de las cosas, y crea espejismos que distraen a los pájaros de mi cabeza.

Son todos conscientes, a excepción de mis manos, de que me falta tacto y cariño. Que las caricias, el roce de nuestra piel confortable y las miradas que esconden me dan miedo, para mi desgracia.

Pero también os digo que soy valiente, no como la que más, pero si como la que no le gusta asustarse por nada.

Que el miedo a fallar de nuevo no me detenga. Que ser cabezota nunca es bueno, si no es para perseguir un sueño. Un buen sueño.

Que la vergüenza o el temor al cambio no nos estanque en un círculo vicioso, donde tropezamos siempre con la misma piedra que arrojamos al fondo de nuestro corazón, como si de un ancla se tratase.

Que el no saber cómo no nos dé un por qué no lo hacemos. Vivir es aprender, y aprendemos para vivir.

Dame un "no puedes" y yo te daré un "sí puedo". Porque claro que puedo,

claro que puedes.

 Claro que podemos.


"No soy lo suficientemente joven como para saberlo todo".-Oscar Wilde.



miércoles, 28 de marzo de 2012

La marea siempre vuelve a la orilla.

Has llegado demasiado pronto.

Las luciérnagas aún se atreven a salir a pasear por la ciudad en llamas.

Aún me duelen los pulmones cuando juego a  correr tras palomas.

Todavía no he aprendido el lenguaje de las góndolas, ni el arte de respirar.

El mar vuelve a la orilla desierta de esta playa, arrastrado por su corriente sanguínea de conchas y caracolas rizadas. Tranquilo a la par de bravo. Viene con fuerza, luchando con los punzantes acantilados, devorando mis pies que se arrastran débiles por la arena mojada.

Fresco olor a sal que me hace sentir, que me hace sonreír, y al mismo tiempo me asusta.

Galopante aire que me tumba y me reboza sobre la arena, que revuelve mi pelo y me ciega de vida.

Sigues ahí, pero ya no eres tú.

Me introduzco pausadamente en el profundo azul, mientras siento que me come. Cada parte de mi cuerpo, de mi alma, de mi mente. Y me dejo hacer. Y disfruto. Creo que él también.


¿Dónde está el fantasma por el que lloraba? Tú no eres él. ¿Quién eres tú? Poco me importa.

Sabes que te hará daño, que te estás metiendo en la boca del lobo, e incluso te atreves a jugar delicadamente con su lengua. Sé que acabaré sin ella, muda de dolor y sangre.


He dejado de ser animal, para ser humano terco.


El agua no cubre más que mi cintura, y ya siento que me ahoga, envolviéndome en sus finas y suaves sábanas blancas.

Me derribas. Me zarandeas, como si de espuma se tratase. Besas mi cuello, y canicas blancas ruedan por mis ojos, buscando mirar la punta del cielo. Me partes la espalda, con delicados mordiscos. Me balanceas con caricias, que me hacen respirar agua. Arrancas mi ropa con una sola bofetada. 
Seca y suave.
Qué manera de hacer el amor, cariño.
Después, dejas que delicadamente me hunda en el vasto mar. Mi cuerpo desnudo e inerte desciende por el agua, mientras continuas mirándome con tu sonrisa.
¿Dónde está el fantasma por el que lloraba? Tú no eres él.
Tú eres un Michelangelo con cabeza de caballo. Cortada, para variar. Como la de Picasso.



No sé si te quiero, o me aterrorizas.
Pero a estas alturas, poco me importa.


lunes, 23 de enero de 2012

Sueño de sol.

Levanto los parpados frágiles y vírgenes. El aire es denso y cálido, puedo ver las motas de polvo flotar por la habitación, aún dormidas y soñando con dientes de león. Los rayos del sol, ardientes y pesados, aplastan mi piel, abrasándola con su lengua áspera. Las blancas plumas de mi almohadón bailan sobre mi cabeza, se acarician entre ellas y yo las oigo reír. La cabeza me da vueltas, porque esta danzando con ellas. El arcoíris irrumpe en mi pupila y solo dura un segundo. Me hace mirar por la ventana, para cegarme con la fuerza del día. Todo se mueve tan lento, pero aún más mis pensamientos. Mis propios rizos se enrollan en mi cuello, ahogándome suavemente, como esas relaciones de amor-odio que todo el mundo parece tener. Los oigo reír, rizos riéndose como caracolas salvajes de león. Mis pestañas quieren huir de mi mirada. Yo me ahogo contra la almohada, asfixiando mis rebeldías y devorando la suavidad y el calor de esta mañana arrugada. 

Mis parpados caen de nuevo,perdiendo el sentido. Y así, vuelvo para dormirme con una sonrisa.


jueves, 19 de enero de 2012

Enfermizas baldosas.

Con enfermiza torpeza, dejo caer mi coxis sobre las baldosas, frías y húmedas. Mis muñecas crujen, al igual que los huesos de mi mente. El aire pesa y falta, y solo me acompaña la muerte, en una habitación vacía. No me abrazo las piernas, no rompo en llantos. Tan solo me dejo caer, me desmonto contra la realidad y aguanto mis incesantes parpadeos de mariposa agonizando. Tan solo lo aguanto. Luces mortíferas se ciernen sobre mí, blancas, plutónicas, cancerígenas. Puedo sentir mis pestañas desvanecerse, puedo sentir como las arrastran mis lágrimas. Nunca supe llorar. Mis uñas se quiebran en el suelo sucio. Siento mi pecho caer, cansado y sin fuerzas de seguir sosteniendo un corazón vacío. Y si está vacío, ¿cómo es que pesa tanto? Quizás sea la armadura de quebrado metal oxidado, que lo está aplastando. Quizás sean los escombros que se amontonan en las tres esquinas de esa habitación. Me quedo aquí toda la noche, con miedo y esperando la mañana. Pero aún es de madrugada, y la niebla tapa las luciérnagas que me acompañan al otro lado. Y me siento sola. Pero no me gusta. Pero no me importa. 

Tan solo yace mi inerte cascara sobre las húmedas y frías baldosas que en mis versos habitan.-