Dicen que cuando una puerta se cierra, una ventana se abre.
Pero la muerte marchita
y se siente como una noche sin estrellas.
Una despedida eterna.
La mente partida,
añorando el pasado
y llorando el futuro.
Todo final llega pero no siempre cuenta,
y cuando no se puede ver, es difícil amar.
El miedo se siente igual, uno grita y el otro se expresa en el silencio.
Prefiero abrazar a la niña de mi interior,
porque siempre fui ella.
Volver a mirar el cielo como cuando creía que el mundo giraba en sintonía a mi corazón.
Confiar una vez más.
Suelta.