lunes, 23 de enero de 2012

Sueño de sol.

Levanto los parpados frágiles y vírgenes. El aire es denso y cálido, puedo ver las motas de polvo flotar por la habitación, aún dormidas y soñando con dientes de león. Los rayos del sol, ardientes y pesados, aplastan mi piel, abrasándola con su lengua áspera. Las blancas plumas de mi almohadón bailan sobre mi cabeza, se acarician entre ellas y yo las oigo reír. La cabeza me da vueltas, porque esta danzando con ellas. El arcoíris irrumpe en mi pupila y solo dura un segundo. Me hace mirar por la ventana, para cegarme con la fuerza del día. Todo se mueve tan lento, pero aún más mis pensamientos. Mis propios rizos se enrollan en mi cuello, ahogándome suavemente, como esas relaciones de amor-odio que todo el mundo parece tener. Los oigo reír, rizos riéndose como caracolas salvajes de león. Mis pestañas quieren huir de mi mirada. Yo me ahogo contra la almohada, asfixiando mis rebeldías y devorando la suavidad y el calor de esta mañana arrugada. 

Mis parpados caen de nuevo,perdiendo el sentido. Y así, vuelvo para dormirme con una sonrisa.


jueves, 19 de enero de 2012

Enfermizas baldosas.

Con enfermiza torpeza, dejo caer mi coxis sobre las baldosas, frías y húmedas. Mis muñecas crujen, al igual que los huesos de mi mente. El aire pesa y falta, y solo me acompaña la muerte, en una habitación vacía. No me abrazo las piernas, no rompo en llantos. Tan solo me dejo caer, me desmonto contra la realidad y aguanto mis incesantes parpadeos de mariposa agonizando. Tan solo lo aguanto. Luces mortíferas se ciernen sobre mí, blancas, plutónicas, cancerígenas. Puedo sentir mis pestañas desvanecerse, puedo sentir como las arrastran mis lágrimas. Nunca supe llorar. Mis uñas se quiebran en el suelo sucio. Siento mi pecho caer, cansado y sin fuerzas de seguir sosteniendo un corazón vacío. Y si está vacío, ¿cómo es que pesa tanto? Quizás sea la armadura de quebrado metal oxidado, que lo está aplastando. Quizás sean los escombros que se amontonan en las tres esquinas de esa habitación. Me quedo aquí toda la noche, con miedo y esperando la mañana. Pero aún es de madrugada, y la niebla tapa las luciérnagas que me acompañan al otro lado. Y me siento sola. Pero no me gusta. Pero no me importa. 

Tan solo yace mi inerte cascara sobre las húmedas y frías baldosas que en mis versos habitan.-