viernes, 2 de septiembre de 2022

Mil años de distancia


Cuando se apagan las luces y se esconden las estrellas, 

mis sueños prenden fuego a nuestra cama.


Iluminan con sus ardientes llamas un dormitorio lúgubre y helado,

y me muestran que es a ti a quien ansio.


Sueño que me devoras y me rompes hasta los huesos.

Que en este mundo no queda ni una pizca de mi que no sepa que me deseas. 


Sueño que que me siento, que me pierdo, 

que viajo a tu interior y allí me encuentro de nuevo.


Es tan intensa mi pasión por ti que el onírico lucha por el control del aquí y ahora de tu cuerpo.

Pero con nuestro roce, el sueño se desvanece y entre los dos solo quedan cenizas y silencio.


Anhelo tu verdad hasta cuando duele si proviene de tus labios, 

porque me da la libertad que necesito para respirar.


Pero esta noche me quedo entre tus sábanas, 

Con mi corazón en tu puño y tus miedos en mi garganta, 

a la espera de que prendas nuestro lecho en llamas

o me quemes a mí en el intento.





Ámame.


Libérate. 


Libérame.