lunes, 29 de julio de 2013

Observando.



Gotas de luz artificial nublando mi vista desenfocada,

El negro firmamento abre sus alas y libera a las luciérnagas que guardaba en las farolas.

No tengo nada que decir,

Estoy demasiado ocupada observando.

Observando cómo crezco hacia abajo, me hago pequeñita porque cada día soy más mayor, y me faltan mis sueños e ilusiones.

Observando parada por el miedo ajeno, por el “demasiado joven” o por un amor posesivo que encadena mis actos.

Observando cómo los recuerdos se quedan durmiendo en el pasado; desfallecen porque su tiempo ya ha sido.

Observando el despegue de quienes miran sin miedo un horizonte brillante y soleado.

Observando a quienes se quedaron bloqueados en la salida, perdidos en un océano de dudas y falsa comodidad, aferrándose a un conformismo asesino.

Observando el descenso de quienes volaban en su día, y hoy caen en picado para reventarse contra la realidad.

Observando a quienes vuelven a la batalla: su guerra aún no ha terminado.

Observando a quienes desconectan sus latidos: ha llegado la hora de dormir.

No tengo nada que decir,

 Porque siento demasiado.

Prefiero callar y observar,

Atender y aprender,

Guardar y conservar cada imagen que recojo con mis ojos,

Cada secreto que acaricia mis oídos,

Cada cosquilleo que captan las palmas de mis manos.




Prefiero callar, porque el que calla, otorga.