La distancia entre nuestras almas se alarga y el resto de clichés se cumplen.
Qué broma más macabra.
Desearía que fueses el caballero más valiente de esta tierra,
y así abrieses tu corazón al mundo.
La verdad sería tu espada, y la blandirías sin piedad.
Así nunca más tendría que preocuparme por tener miedo.
Pero como Juana, me toca ponerme de nuevo la armadura.
Una coraza que me anestesia y me roba el alma.
La vida no está hecha para quitársela.
El camino recorrido en la hierba alta es el testigo de nuestro profundo amor.
Puedo ver el trazado curvilíneo, claro e indudable.
Termina bajo mis pies,
quienes deciden si continuarán pisando el tiempo que nos queda,
o si escucharé a la bestia que me habita.
Gracias por el mejor de los regalos.
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