lunes, 24 de febrero de 2014

Crónicas de un pasado pesado.


El viento azota los árboles con su látigo de aire, y a mí me parece escuchar a las hojas de las ramas gritar.

Los cristales de las ventanas silban en un silencio roto.

Las gotas se arrastran perezosas por el cristal empañado, y el frío entra de puntillas por la ventana.

Los pájaros cortan el viento con sus alas y salpican de plumas negras el cielo plateado.

Lo que juré en su día y fue enterrado bajo tierra y sangre, se sacó a la luz,
 alzándose hasta las nubes para que pudiesen conocer al monstruo destructor.

 Algunos agacharon la cabeza, avergonzados, y se marcharon del escenario.

Otros atravesaron mi carne con sus ojos congelados, y arrancaron de entre sus dientes palabras de decepción.

Otros apartaron la mirada, incómodos.

Humillada, me perdí en las circunstancias y olvidé el motivo de mi silencio: No fue por el dolor o la preocupación en ellos.


Callé por la decepción en su mirada.








No hay comentarios:

Publicar un comentario